Juventud Nacionalista Boliviana's Fan Box

viernes, 23 de enero de 2009

La plaza Murillo, del MAS



Testigo de la mayoría de los acontecimientos políticos y sociales más importantes de la historia de Bolivia, observadora directa de las incidencias registradas dentro y fuera del Palacio Quemado y del Congreso Nacional, a la plaza Murillo, hoy, se le falta el respeto.

En el kilómetro cero, como se conoce a este punto de La Paz, confluyeron siempre las manifestaciones, sean de celebración o de protesta, convocadas por los oficialistas o por los opositores de turno. En todo tiempo, la plaza Murillo se prestó para la algarabía o para la tragedia; y, sin embargo, desde la segunda mitad del siglo pasado, nunca albergó tanto odio, fruto de la intolerancia, como en estos días.

Paradójicamente, la consuetudinaria idea de acudir a las urnas para resolver los problemas del país ha profundizado las diferencias entre los bolivianos. Pero eso no sería nada si los bandos enfrentados supieran guardarse respeto mutuo; a falta de este requisito mínimo para la convivencia pacífica, la democracia, en Bolivia, se ve amordazada.

En la actualidad, la plaza Murillo se ha vuelvo un bastión del MAS, que, creyéndose “dueño de casa” por tener de inquilino al presidente Evo Morales, se siente con derecho de perseguir, apalear y humillar a quienes piensan diferente. Luego de varios incidentes —algunos vergonzosamente apañados por la Policía—, el miércoles se llegó al extremo de la agresión a un ex presidente de la República.

Cuando Carlos Mesa declaraba a periodistas que el domingo votaría por el No, un grupo de masistas lo insultó y empujó hasta obligarle a abandonar el lugar.

Los bolivianos tienen derecho a manifestar su apoyo o rechazo a las propuestas del Gobierno. Si éste se respeta a sí mismo y a la historia nacional, debe dejar de alentar a los intolerantes y frenar este tipo de actitudes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario