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martes, 7 de octubre de 2008

El diálogo en el valle provocó una catarsis de Evo y los prefectos


En los 17 días de diálogo, los opositores y los miembros del Gobierno se dijeron frente a frente lo que pensaban uno del otro. Esta catarsis tuvo momentos tensos con llanto, acusaciones y hasta confusiones.

El inicio del diálogo político entre el Gobierno y los prefectos de la oposición fue una catarsis política en la que los principales actores, ante la sorpresa de los facilitadores internacionales, sacaron todas sus broncas contenidas. No se salvó ni siquiera el cardenal Julio Terrazas, según media docena de fuentes directas consultadas por La Razón.
Los testigos, en muchos casos protagonistas del diálogo, contaron los entretelones de esos encuentros, en los que no faltaron acusaciones, amenazas, llanto y hasta algunos malentendidos.

El 18 de septiembre se inició la concertación, ante la atenta mirada de observadores internacionales y nacionales que no pronunciaron una palabra mientras los actores del encuentro comenzaron a exponer sus puntos de vista sobre la crisis.

Uno de los primeros incidentes, según coinciden los testigos, se produjo cuando el presidente Evo Morales le reclamó al cardenal Julio Terrazas por haber avalado con su presencia la firma unilateral del compromiso de inicio del diálogo, que luego fue publicado por los prefectos para insinuar que él no quería asumir responsabilidad en este proceso.

Poco después, Terrazas dejó el lugar del encuentro sin dar una explicación de esta decisión.

La reunión se encendió cuando el jefe de bancada del MAS en el Senado, Félix Rojas, le pidió al prefecto de Santa Cruz, Rubén Costas —que hasta ese momento mantenía una posición muy cauta—, que recuerde frente a los observadores la serie de insultos que lanzó contra el mandatario Evo Morales. Le recordó el denominativo con el que llamó al Jefe de Estado: “macaco menor”.

Entonces, Costas respondió que este era un Gobierno “dictador, incapaz y tirano”.

Luego llegó el turno de la prefecta de Chuquisaca, Savina Cuéllar, quien se dirigió directamente a Evo Morales y empezó a reclamarle a viva voz por los tres muertos de La Calancha (Sucre).

Sus palabras se confundieron con las lágrimas que le caían por sus mejillas, ante la impotencia de las autoridades, que sólo atinaban a mirar silenciosamente el accionar de aquella mujer de pollera, que antes pertenecía a las filas oficialistas.

De repente recuperó la voz para gritarle al Presidente “¡dictador!”. Entonces Morales pidió un cuarto intermedio para el almuerzo. A las 15.30, cuando se retomó el diálogo, Cuéllar continuó con su ofensiva y con el mismo tono le reclamó al Mandatario por la actuación de su partido en la Asamblea Constituyente.

Le recordó que ella era masista y que conocía cómo se ejercía la presión contra las bases. “Yo conozco, sé cómo movilizan a los campesinos, si no asisten les multan. A mí no me van a engañar”, le dijo mirándolo a los ojos.

Cuéllar recibió el respaldo de sus colegas y luego de volver a pedir el traslado de la sede de los poderes a Sucre, abandonó el encuentro y regresó a su región.

La catarsis no terminó ahí. Los siguientes encuentros estuvieron llenos de esos episodios.

Uno de ellos lo protagonizó Teresa Morales, hija de Manuel Morales Dávila y asesora del Gobierno en el diálogo. El domingo 21 de septiembre, cuando el Jefe de Estado pidió a los prefectos que firmen un acuerdo para garantizar el referéndum constitucional y éstos se negaron, “Teresa se puso a llorar a moco tendido en el hombro de Hugo Oliva (representante de Tarija) pensando que se rompió el diálogo y que habría violencia en el país”, contó una fuente. El jueves, en la Casa Campestre, el Presidente y el Vicepresidente acusaron a los prefectos de golpistas. Entonces el prefecto del Beni, Ernesto Suárez, le exigió a Morales que dé nombres y los señale. El gobernante les dijo que tiene informes y pasó de tema. Luego, García Linera les dijo que deben darse un baño de realidad y que esa realidad es que el 67% de los bolivianos respalda al Gobierno. El prefecto de Tarija, Mario Cossío, le respondió que es él quien “más necesita un baño de humildad por la soberbia con la que actúa”. El Vicepresidente también los acusó de terroristas por promover la toma de pozos petroleros y de instituciones públicas. Suárez le dijo a García que él sí tiene experiencia en el tema y por eso cumplió una condena en la cárcel.


OTROS HECHOS

La ropa de Prada • El constituyente masista Raúl Prada les dijo a los opositores que dejen la mentalidad de los oligarcas y éstos le respondieron que antes de hablar se fije en la marca de la ropa que lleva puesta. Usaba pantalones “Wrangler”.

Los observadores • Dicen que los delegados internacionales no vieron todas las reuniones de las mesas técnicas.

Los sindicatos • Los representantes de los movimientos sociales no dejaron de estar presentes en ninguna de las reuniones. Es más, escuchaban con toda atención y tomaban nota de lo que decían los técnicos que puso el Gobierno.

La sorpresa • Comentan que los rostros de algunos observadores se llenaban de sorpresa ante lo que escuchaban.

http://www.la-razon.com/versiones/20081005_006716/nota_247_683916.htm

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