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lunes, 27 de octubre de 2008
Del indigenismo de derecha al indigenismo de ultraderecha
Luis Antezana Ergueta
Indigenismo en general es una abstracción que permite caracterizar ciertos elementos comunes peculiares de diversas concepciones de ideas indigenistas. Se mostró con anterioridad que el antiguo indigenismo genérico se dividió en dos corrientes: la de izquierda y la de derecha, pero que en 1953, el indigenismo de izquierda derrotó al de derecha, aunque de éste último sobrevivieron resabios anclados en saldos del pasado.
Un enfrentamiento de varios años cambió esa relación de ideologías indigenistas y, finalmente, en 1996 se impuso la tendencia de derecha por medio de la Ley INRA de Gonzalo Sánchez de Lozada, promulgada por el vicepresidente “indígena” Víctor Hugo Cárdenas. Es viraje del indigenismo de izquierda al de derecha significó en realidad, un retroceso histórico por el que el proceso de vida de la sociedad boliviana de tipo revolucionario democrático – campesino fue eliminado de cuajo, para aplicar, en cambio, el proyecto neofeudal y neocolonial.
Ese proceso regresivo no se detuvo en ese punto sino que, una vez que el indigenismo progresista degeneró en el indigenismo de derecha, en tiempos presentes, éste último está degenerando mucho más y se convierte en indigenismo de ultra derecha, no en las palabras sino en los hechos.
El indigenista de izquierda veía el asunto desde el punto de vista objetivo del desarrollo económico histórico-social y proponía superar el comunitarismo esclavista y el feudalismo para entrar en el desarrollo de la revolución democrático-campesina. Ese programa miraba al futuro y la eliminación de los saldos del ayllu, la comunidad descompuesta y la hacienda feudal, para establecer en cambio la granja campesina moderna, de alta tecnología y progreso, aunque ese proyecto no se cumplió a cabalidad por la persistente tendencia tradicional y conservadora de la zona altiplánica y en menor magnitud en la oriental. Ese indigenismo de izquierda, con la meta de la revolución agraria democrático-campesina, fue combatido por el indigenismo derechista que alzó cabeza en 1964 y que dura hasta el presente.
Finalmente, el indigenismo conservador pudo imponerse, negando las conquistas democráticas de la población rural, o sea desnacionalizó la tierra, estatizó el suelo, retrocede del pago del trabajo en dinero al pago en especie; hace desaparecer el dinero en el intercambio de productos y retrocede al trueque; niega el derecho de propiedad a todos los agricultores, anuló todos los títulos de propiedad entregados entre 1953 y 1996, aplica el “saneamiento”, etc., por citar sólo algunos aspectos de esta contrarrevolución.
El indigenismo de derecha tenía como meta retroceder de la democracia al feudalismo y anular todas las conquistas de la revolución agraria democrático – campesina. La expresión legal de esa corriente retrógrada fue la Ley INRA, promulgada por el vicepresidente Cárdenas en 1996, ley que, en todo caso, sólo daba un paso, al feudalismo, aunque también, con lágrimas en los ojos, añoraba la comunidad y el ayllu.
Entonces, la vieja tendencia conservadora afloró con mayor energía y reapareció como la corriente indigenista de ultraderecha que adquirió carta de ciudadanía y derivó bajo el eufemismo de la Ley de Reconducción Comunitaria de la Reforma Agraria, ley que ahora está sometida al criterio implacable del fuego de la práctica. Este indigenismo tiene objetivos claros. Sueña con lágrimas en los ojos, en la “oscura noche de los tiempos” y trata de eliminar las conquistas de la revolución agraria democrática – campesina, para así retroceder al feudalismo como dictaminó la Ley INRA de GSL. Pero ese salto atrás parece que no fue suficiente para el indigenismo de derecha, ya que ahora quiere retroceder no sólo hasta el indigenismo de derecha, sino recular más aún, hasta llegar al indigenismo de ultra derecha de los tiempos precoloniales y preincaicos, o sea cuando no existían la propiedad, el dinero, las leyes del mercado, el Estado, etc.
En esa forma, pareciera que el destino de la sociedad boliviana no es avanzar sino retroceder en la organización social y no sólo recular una etapa histórica (como los viejos caballeros), sino dar varios “saltos” atrás, vale decir no sólo retrogradar al feudalismo, sino restaurar el esclavismo y, más aún, al desaparecido comunitarismo que raya con la vida de las tribus nómadas, vale decir hacer marchar la sociedad al revés de las manecillas del reloj de la historia. En esa forma, el indigenismo de derecha se convierte en indigenismo de ultraderecha.
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