Con seguridad que nadie estará más contento que las mafias del narcotráfico por el gran servicio prestado a su infame negocio por el presidente Evo Morales Aima al decidir, por su propia cuenta y riesgo, la “suspensión indefinida” de las operaciones de la DEA (Drug Enforcement Agency) estadounidense en Bolivia, dándoles a sus funcionarios el plazo de tres meses para abandonar el país. Irónicamente, el anuncio fue hecho en Chapare, la zona donde la coca-cocaína está en pleno auge, y lo hizo junto con informar que se había cumplido el plan de erradicación de coca sobrepasando las 5.000 hectáreas comprometidas. Demás está decir que el presidente Morales no dijo cuántas hectáreas, más de las 5.000 se habían cubierto de coca no sólo en Chapare, sino también en La Asunta, Yapacaní y otras zonas del territorio nacional. Si nos atenemos a informes de la misma DEA y de las Naciones Unidas, el cultivo de coca en Bolivia se ha incrementado en más de 20.000 hectáreas. Consecuentemente, también el narcotráfico se incrementó.
Una prueba de ese incremento es el hecho de que la Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico (FELCN) descubre y desmantela a diario más y más fábricas de droga en diferentes regiones del país, particularmente en las zonas productoras de coca y, sobre todo, en la ciudad de El Alto, capturando a decenas de narcotraficantes, incluyendo bolivianos, peruanos, colombianos, brasileños y de otras nacionalidades. El trabajo de la FELCN es ciertamente intenso, más que en ninguna época anterior, no precisamente porque sea más eficiente, pues eficiente ha sido siempre, sino porque tanto el cultivo de coca como la industria del narcotráfico han aumentado considerablemente.
Ahora, con la decisión presidencial inconsulta, tanto el narcotráfico como el lavado de dinero aumentarán, y Bolivia se convertirá en el país productor de droga por excelencia, si cabe el término, para la exportación a los países vecinos, a los Estados Unidos y Europa a través de Venezuela. No olvidar que el mismo presidente autócrata Hugo Chávez confesó públicamente que él consume pasta de coca, esto es, cocaína, que le envía su “amigo, el presidente indio Evo Morales de Bolivia” . Al hacer tan grave confesión, Chávez, como consumidor, comprometió a Morales como traficante.
No es posible pasar por alto el hecho de que el presidente de la República Evo Morales sigue siendo presidente y jefe máximo de las seis federaciones de cocaleros del Chapare y que posee sus buenos “catos” de coca. Ante la opinión pública nacional e internacional, al suspender a la DEA en Bolivia, el presidente boliviano está favoreciendo a su propio negocio. Aparentemente, el Sr. Morales ha actuado de esa manera siguiendo el consejo de su colega venezolano o el de algunos de sus colaboradores en el gabinete, sin pensar en sus consecuencias. Y las consecuencias ya están dadas.
Si las ofensas al gobierno y al Presidente de Estados Unidos, así como la expulsión de su Embajador y de USAID, acusándolos, sin pruebas fehacientes hasta ahora, de conspirar contra su gobierno, han sido dañinas para las relaciones internacionales de Bolivia, la expulsión de la DEA tendrá consecuencias aún más graves. “Rechazamos las acusaciones de que la DEA o cualquier otra agencia del gobierno de los Estados Unidos haya apoyado a la oposición o que haya conspirado contra el Gobierno boliviano”, dice una declaración del Departamento de Estado de ese país. Lo cierto es que al hacer tales acusaciones, ni el Sr. Morales ni ninguno de sus colaboradores ha presentado pruebas.
Lo más grave ahora es que, al incrementarse, indudablemente, la producción de coca, se incrementará también la producción de cocaína, lo que, a su vez, incrementará también el consumo de droga entre la niñez y la juventud de nuestro país. El daño, pues, es monumental; un daño irreparable, imparable, y todo por la fobia de nuestro Presidente contra el “imperio”. Las consecuencias serán inmediatas y muy dramáticas, a no dudarlo.
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miércoles, 5 de noviembre de 2008
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