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lunes, 17 de noviembre de 2008

Estancamiento no es sinónimo de fracaso


Francisco Justiniano Suárez



Todos sabemos que las luchas autonómicas cambiaron del escenario región-centralismo al escenario puramente político, donde cuatro partidos, por no decir cuatro individuos, a título de preservar la paz, negociaron el voto de la ciudadanía y dejaron al pueblo –prefectos y cívicos incluidos– descolocado, desahuciado y confundido.

Ahora el país se encuentra en un escenario totalmente diferente, el de la confrontación, un espacio adonde nos ha llevado el Gobierno, con persecución de líderes, el encarcelamiento ilegal de un prefecto democráticamente elegido y ratificado, y el confinamiento en cuarteles de muchas autoridades y dirigentes de Pando y Beni, lo que ha generado un clima de temor.

Es innegable, por tanto, que el proceso autonómico que marchaba a pasos agigantados ha sufrido un duro revés, con un componente político que partió del Congreso, es bueno reconocerlo. Empero, debemos entender que las luchas autonómicas responden a un proceso social y político, y, como tal, tiene sus puntos altos y bajos, que escapan a toda pericia, y esas variables son producidas por los que se oponen a las autonomías y siguen abogando por un régimen centralista. Por efecto de aquello, estamos experimentando uno de los bajones más duros del proceso, que tiene que ver con todo lo que está sucediendo a escala nacional, como producto de una estrategia definida por el MAS.

La verdadera oposición que tenía el Gobierno estaba en las prefecturas y en los comités cívicos, por eso hablaban de un presunto golpe de Estado cívico-prefectural, que en verdad nunca existió. En consecuencia, había que buscar la forma de neutralizarlos, y eso es precisamente lo que hicieron, porque con el referéndum revocatorio, ¿a quiénes lograron quitarse de en medio? A José Luis Paredes, que en plena sede de Gobierno ejercía una fuerte oposición, y a Manfred Reyes Villa, que en Cochabamba constituía una ‘piedra en el zapato’ del MAS. Después del revocatorio vino el estado de sitio en Pando, el apresamiento de Leopoldo Fernández y el confinamiento de muchas personas.

Lo cierto es que el Gobierno, por la vía coercitiva, ha logrado debilitar el proceso autonómico; es de inteligentes admitirlo, pero eso no quiere decir que haya acabado con él. Nosotros consideramos que sólo ha sufrido un estancamiento que obliga a ingresar en una etapa de reflexión, donde tenga cabida la autocrítica, para reorganizarse y arremeter con fuerza en la lucha que es muy dura y larga, porque si bien el proyecto constitucional acordado inserta la autonomía, hay principios que han sido vulnerados y pisoteados. Por tanto, en el futuro cualquier acto electoral tendrá que pasar por una seria revisión no sólo del padrón electoral, sino también del sistema nacional de identificación y registro civil.

De lo contrario, nos va a pasar lo mismo que con el revocatorio, evento en el que la Corte Departamental Electoral descubrió que 19.282 electores votaron con un mismo número de carné y 156.000 ciudadanos sufragaron con dicho documento, pero sin tener certificado de nacimiento. Por lo tanto, a no aceptar competir con reglas amañadas. ¡Hasta la próxima!

* Comunicador

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